Los gobiernos de todo el mundo y las grandes y medianas empresas de cualquier punto del planeta están obligados a declarar las emisiones degases contaminantes provocadas por su actividad. En este inventario de emisiones se incluyen también los gases de efecto invernadero, causantes del cambio climático.
Los datos que se relacionan en este inventario sirven, por ejemplo, para conocer la responsabilidad de cada país en los problemas globales de contaminación y cambio climático, y para fijar los objetivos de los acuerdos internacionales destinados a reducir estos impactos.
No siempre es fácil comprobar si los datos sobre emisiones facilitados por las empresas y los gobiernos son ciertos, y en diversas ocasiones se ha especulado sobre la ocultación de grandes focos de emisiones.
La vigilancia espacial ayuda al planeta
Un equipo de investigadores de Estados Unidos y Canadá ha utilizado ahora los datos acumulados por el satélite científico Aura, de la NASA, y un nuevo sistema de análisis de estos datos con el objetivo de descubrir las emisiones reales a la atmósfera de gases como el dióxido de azufre, procedente de fuentes naturales como los volcanes o actividades humanas como la combustión de hidrocarburos y los pozos y refinerías de petróleo.
El dióxido de azufre es un gas con efectos muy negativos sobre el medio ambiente y la salud de las personas; y en concreto, interviene en los procesos de lluvia ácida y potencia el efecto invernadero (cambio climático).
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